Educación emocional de 0 a 3 años: establecer límites con disciplina positiva
- Naturalmente
- 6 jul
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Actualizado: 3 sept
Introducción
Ni la crianza autoritaria ni la permisiva promueven un desarrollo emocional y conductual saludable en la primera infancia. La clave está en ser amable y firme a la vez.
La Disciplina Positiva ofrece un enfoque respetuoso que fomenta la conexión, la empatía y la claridad, a la vez que establece límites que ayudan a desarrollar la autorregulación y la responsabilidad. En este artículo, exploraremos por qué los límites son esenciales para los niños y niñas de 0 a 3 años y cómo la educación emocional puede ayudarles a crecer con confianza y seguridad emocional.
Respetemos la edad temprana: comprender el desarrollo de 0 a 3 años
1. Comprender la naturaleza de la niña o el niño pequeño
Autoafirmación
Comienzan a decir “no” como una forma de afirmarse.
Esta resistencia no es desobediencia: es un hito en el desarrollo de la autonomía y la autoconciencia.
Etapa sensoriomotora
Exploran el mundo a través de la acción y el movimiento.
Desarrollan intencionalidad, comienzan a formar hábitos y experimentan una permanencia temprana de los objetos.
El juego tiene una función presimbólica y fundamentalmente imitativa.
Egocentrismo
Perciben el mundo únicamente desde su perspectiva.
Esperar que comprendan los puntos de vista de los demás es inapropiado para su desarrollo.
En lugar de corregir el egocentrismo, las personas adultas deberían apoyarles y acompañarles en este proceso, fomentando un sentido de autoestima.
Socialización y preempatía
En este grupo de edad el juego suele ser solitario o paralelo.
Comienzan sus interacciones sociales observando o negociando el espacio y los juguetes, sentando las bases para la empatía.
Agresividad
Alrededor de los 18 meses, pueden expresar frustración físicamente; es normal.
En lugar de considerarlo una mala conducta, guiamos, canalizamos y les ayudamos a expresar sus emociones de maneras más constructivas.
2. Establecer límites de 0 a 3 años
Principios clave
Los niños y las niñas ponen a prueba los límites como estrategia de supervivencia y adaptación.
Las rabietas y los primeros “no” son parte del crecimiento.
Responder a las necesidades (no a todos los deseos) fortalece la resiliencia emocional.
Paso 1: Comience con empatía y escucha activa
Traducir las emociones en palabras.
Utilice tanto la comunicación verbal como la no verbal.
Reconoce lo que sienten, incluso si no puedes acceder a su petición. "Estás muy molesta porque no podemos quedarnos más tiempo en el parque. Tiene sentido. Vamos a respirar hondo juntas".
Paso 2: Acepta la frustración como herramienta de aprendizaje
Deben aprender que no todo es alcanzable.
La frustración les ayuda a desarrollar resistencia emocional.
Utilice un lenguaje tranquilo y claro, contacto visual y cercanía física.
Evita decir "no" repetidamente; reformula el mensaje con una guía: en lugar de "No golpees", prueba "Las manos son para abrazar. Si estás enfadado, usemos palabras".
Valora las emociones: Enfadarse está bien. Hacer daño a los demás no. Vamos a aprender a tranquilizarnos.

Conclusión: Por qué los límites son actos de amor
Los límites brindan a las niñas y a los niños estructura, seguridad y significado. Lejos de limitarlos, les brindan libertad dentro de un marco seguro, esencial para su crecimiento emocional. Necesitan una guía firme pero amorosa, no de un compañero o compañera, sino de un padre o madre u otras figuras de referencia. Cuando establecemos reglas respetuosas, consistentes y con empatía, les enseñamos autorregulación, empatía y responsabilidad.








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