Crianza a través de culturas: cómo pueden prosperar las familias multiculturales
- UPV/EHU
- 7 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 27 ago
Criar entre mundos: lo que toda familia multicultural debería saber
La vida familiar es ya una delicada danza de valores, emociones y decisiones.
Las tradiciones culturales, las creencias religiosas y las diferentes opiniones sobre los roles familiares pueden enriquecer a una familia o crear malentendidos. Una de las preguntas más importantes a las que se enfrentan las parejas multiculturales es: ¿Cómo podemos criar a hijas e hijos que se sientan conectados, seguros y completos en ambos mundos?
Exploramos las alegrías y las luchas de la crianza multicultural, y cómo convertir los retos en fortalezas.
La experiencia única de crecer en una familia multicultural
Criar en entornos multiculturales puede ser un regalo precioso. También puede acarrear complejidades emocionales, sobre todo cuando navegan entre dos identidades culturales.
Los beneficios incluyen:
Visiones del mundo más amplias: Aprenden pronto que hay muchas formas válidas de vivir, pensar y creer.
Empatía y tolerancia: la exposición a la diversidad cultural conduce a menudo a una inteligencia emocional más fuerte y al respeto por los demás.
Pensamiento creativo: La diversidad de aportaciones fomenta la creatividad y pueden llegar a ser más adaptables e imaginativos.
Orgullo cultural: Cuando se nutren bien, las niñas y los niños pueden sentir un profundo aprecio por ambas herencias e incluso estar orgullosos de su identidad única.
Sin embargo, también pueden afrontar realidades difíciles:
Confusión de identidad: Se pueden preguntar: "¿Dónde pertenezco realmente?", sobre todo si son tratados como forasteros por cualquiera de los dos lados de la familia.
Prejuicio interno: En algunas comunidades, ser multicultural puede no ser completamente aceptado, lo que lleva al rechazo, incluso dentro del propio grupo racial o étnico.
Choques culturales en casa: Las familias pueden no estar de acuerdo sobre religión, lengua, educación o tradiciones, lo que deja a la infancia atrapada en un punto intermedio.
Estrategias prácticas para la crianza multicultural
La crianza multicultural no requiere perfección, sino intención. Aquí tenéis algunas formas en que las familias pueden crear un hogar equilibrado y amoroso:
1. Comuníquese con su pareja: temprano y a menudo
Las conversaciones abiertas y honestas sobre sus creencias, tradiciones y esperanzas le ayudarán a encontrar puntos en común. Decida de forma conjunta cómo abordar la religión, las fiestas, la educación y la disciplina.
2. Celebra todas las culturas en casa
Haga espacio para el patrimonio en su diversidad. Cocina comidas tradicionales. Celebre festivales desde las diferentes culturas. Enseña a su hijo y a su hija que su bagaje cultural es algo que debe apreciarse, no esconderse.
3. Fomentar el multilingüismo
La crianza bilingüe o multilingüe es un regalo con beneficios a largo plazo:
Mejora de la memoria y la capacidad de atención.
Mayor adaptabilidad y flexibilidad mental.
Mejores habilidades de resolución de problemas y multitarea.
Comprensión cultural más profunda.
Ampliación de oportunidades laborales en un mundo globalizado.
Incluso si sólo habla una lengua con fluidez, la exposición a una segunda o tercera lengua puede fomentar el respeto y la curiosidad por las diferentes formas de comunicarse.
4. Enseña el respeto dándole ejemplo
Se aprende observando. Si ven que sus referentes respetan las culturas ajenas, incluso en momentos de desacuerdo, es más probable que desarrollen la misma apertura.
5. Manténgase flexibles y de mente abierta
Lo que funcionó para una generación o cultura puede que no funcione para su familia en particular. Se debe contemplar la opción de modificar o evolucionar las estrategias a medida que crecen y que cambia la dinámica familiar.
Reflexiones finales: Acoger la diversidad en casa
Formar una familia multicultural puede implicar que la crianza se encuentre a caballo entre dos (o más) mundos, y esto es muy poderoso. Con amor, respeto y comunicación abierta, se puede llevar a cabo una crianza que no divida culturas, sino que las fortalezca.
Las niñas y los niños pueden crecer con una profunda apreciación por la diversidad, un sentido resiliente de identidad y la capacidad de conectar con las diferencias. Esto no es sólo una buena crianza, sino que también es una preparación para el mundo.








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